Querido diario:
Hola me llamo Jimena, tengo 11 años y vivo en Canada , en un pueblecito rodeado de nieve todo el año menos algunos días en verano, en los que hace sol. Esto hace que muchos días vaya al colegio esquiando, excepto los días que hay ventisca y no puedo ir . Los días que me quedo en casa me dedico a observar a los animales y a jugar con mi perro Cooper. Me gusta mucho cantar, y también, a veces juego con mi hermano pequeño Alex a concursos de baile, aunque casi siempre me gana porque con tan solo 3 años empezó a bailar brake dance.
Todo empezó un lunes en clase de música cuando un señor muy extraño vestido de etiqueta, con el pelo corto, rubio y rizado entró en clase, en su mano derecha sostenía un maletín negro. La profesora nos explicó que era Wiliam Flimtong el director del coro infantil mas importante de Canada "the National Canadian Chorus", también nos explicó que venía a reclutar nuevas personas para el coro , y que iba a llamar por orden de lista a cada uno de nosotros para hacernos una prueba, que no nos preocupasemos que nos iba a salir muy bien. Cuando me llamó estaba tan nervosia que casi no podía ni hablar, cerré los ojos, tomé aire y me puse a cantar. Cuando abrí los ojos me sentí la persona más feliz de toda la Tierra, viendo que todos los niños de mi clase me aplaudían, incluso la profesora y el director.
Me cogieron para el coro e hice varios conciertos y aunque al principio tenía un poco de vergüenza se me fue quitando. Una tarde, al final del ensayo, el director me dijo que quería hablar conmigo un segundo. Cuando lo escuché no podía creer lo que oían mis oídos, ¿eataba soñando? El director había apuntado al coro al concurso más popular de todo Canada. ¡Al concurso que tantas tardes de viernes me había mantenido pegada al televisor !
Estuvimos ensayando durante tantas semanas, tantos meses, que cuando llegó el momento, sentí que el corazón se me iba a salir del pecho ¡El día había llegado!
Estábamos en el escenario, tenía miedo de que al abrir la boca e intentar cantar no me saliera ni una sola nota. Entonces recordé el truco que el director me había enseñado, busqué a alguien del público para fijarme en él y tranquilizarme. Hallé a la persona perfecta, una bonita y pequeña sonrisa, seguramente la más brillante del público, resaltaba sobre la cara de una chica pelirroja de ojos intensamente azules y de piel clara.
Me fijé en ella y al oir la música empecé a cantar, me tranquilicé lo suficiente para darlo todo durante mi solo. Me emocioné tanto que se me escapó alguna lágrimilla, se me hizo tan corto el espectáculo, que me gustaría haberme quedado más tiempo cantando y... se me hizo tan larga la espera que parecía que pasaban años y años hasta que llegó el veredicto...
Habíamos perdido, sabía que era una bobada haber ido allí con el nivel que tenían los demás coros... Cuando ya nos íbamos, dijo el presentador: ¡Adonde vais! Todavía queda un premio...
El mejor solo es para: ¡Jimena, of the National Canadian Chorus !
Desde ese día Jimena fue muy famosa y conocida, pero igual de graciosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario